Por diferentes razones, en algún momento nos preguntamos cuál es el propósito de nuestra vida, para qué estamos aquí y muchas veces creemos no tener respuestas. 

Indagamos y buscamos encontrarlas en lecturas, en una religión, en cursos, charlas o a través de alguna herramienta, pero siempre afuera cuando, en realidad, las llevamos dentro de nosotros. 

La verdad es que no hay nada afuera que calme esa inquietud de llenar un vacío, de buscar lo que nos da paz y sentido a todo lo que hacemos.

El propósito de nuestra vida es más sencillo de lo que podemos imaginar, realmente no tenemos que hacer mucho para saberlo, hace falta conectar con nosotros mismos y permitir que, en el silencio, esas respuestas comiencen a llegar.

Una clave es confiar en la perfección de la vida. Sentir que de alguna manera tenemos esas respuestas, que nuestra alma las sabe, nos da tranquilidad.

Tiene que ver con reconocer lo que somos: un milagro. Que cada día podamos ser una mejor persona que es capaz de hacer cosas maravillosas, de albergar y construir felicidad y paz. 

Un ser de bien

El propósito de nuestra vida está en ser todos los días una mejor pareja, un mejor hermano, hijo, un mejor ciudadano, un mejor amigo y también vecino.

Es que ese ser que somos sea un ser de bien, que donde toque genere posibilidades, que donde hable su palabra dé alegría, que su mirada sea de amor por lo que contempla.

Si cada día tomamos la decisión de hacer lo mejor que podamos, entonces podremos decir que estamos cumpliendo nuestro propósito, y eso nos dará paz. 

Cuando hacemos todas las actividades, aunque parezcan insignificantes, comprendiendo que cada una es trascendental para nosotros, para nuestra vida, para la familia y para sociedad, estamos en el propósito de vida.

Cuando entendemos que la vida nos pone en el lugar indicado para que todo lo que hagamos, lo hagamos para mejorar lo que ya hay, entonces estamos en nuestro propósito de vida.

No es casual

Nuestro propósito de vida está en nuestra conciencia de ser y se cumple en cada instante y lugar donde nos encontremos; no hay equivocación ni azar en ello.

Es comprender con conciencia que en nuestro tránsito por la vida no hay casualidades, que lo que vivimos es perfecto para nosotros y que todo lo que ocurre en torno a nosotros es lo que necesitamos para crecer, enseñarnos y evolucionar. 

Confiar en la perfección de lo que vivimos es estar en nuestro propósito completamente, y aunque en ocasiones no sabemos cuál será el siguiente paso a dar, seguir confiando en que todo se manifiesta a nuestro favor permite que podamos disfrutar de cada proceso.

Se trata de aprender a disfrutar lo que hacemos en lugar de esperar hacer lo que podamos disfrutar.

Ser agradecido con lo que vives te lleva al camino en el que verás con claridad el propósito de tu vida.

Por: Emilcy Lucente

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