Ícono del sitio Casi 30 por Melissa Segnini | Ilustradora

No aceptar nuestra responsabilidad: Cuando la culpa siempre es del otro

Ser responsable no es un reto, aceptar la responsabilidad sí. ¿Por mi culpa?, ¡por su culpa!.. sí, por la grandísima culpa de otro. ¿Te suena esta frase? ¿Se te hace familiar?

Estoy seguro de que la reconoces y no lo digo por el famoso “Yo confieso”, sino por lo cómodo y fácil que resulta echarle la culpa al otro de nuestros errores y de no ejercer nuestra responsabilidad. 

Cuando digo que ser responsable no es un reto, lo hago al tomar como base el concepto integrado en la mayoría de las personas que da la oportunidad de reflexionar, orientar y valorar las consecuencias de nuestros actos.

Aceptar responsabilidades sí que es un reto, ya que resulta más sencillo apuntar con un dedo a los demás sin tomarnos un ápice de tiempo para analizar los otros tres dedos que quedan apuntando hacia nosotros, hacia nuestras decisiones. 

La culpa

La mente siempre trata de deslindarse de los problemas y sobre todo de las culpas. Puede ser un mecanismo de defensa o de protección al ego, a ese “yo” que tiene miedo de equivocarse, como si equivocarse fuera sinónimo de valer menos.

Solo aceptamos cuando acertamos, y lo peor es que creemos es una gran virtud. Antes de decir: “Me equivoqué”, es más común perder nuestra propia honestidad. 

Casi siempre cuando hay una ruptura sentimental amorosa comenzamos con una serie de cuestionamientos que no nos dejan vivir en paz. Estamos tan egocentrados en el “¿por qué a mí?”, que se nos olvida que son nuestras decisiones las que nos han llevado al lugar en el que nos encontramos, siendo incapaces de preguntarnos “¿y por qué a mí no?

Prepárate a entender el “para qué” de lo que ocurre en tu vida y fortalece tu carácter con humildad.

Asume el reto de responder con habilidad a tus propios actos; ese es un buen significado de todo cuando andas en un proceso de separación. 

Por: Psc. Rafael Pérez Segnini

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