Por qué es importante hacer un balance de nuestras vidas

Hay situaciones que nos llevan a hacer un balance de nuestras vidas, de nuestra ruta recorrida. Es normal, en algún punto, buscar respuestas a preguntas existenciales, así como también mirar al pasado y contabilizar los éxitos, progreso, realización y resultados.

Generalmente lo hacemos al llegar a la llamada “mediana edad”, pero puede variar de persona en persona y sucede en un momento de crisis que se puede dar por la pérdida de seres queridos, pérdidas materiales, separaciones, enfermedades, o simplemente por no estar feliz con lo que se vive.

El terror de las metas sociales

A veces estos balances responden a una creencia de la sociedad que dice que a cierta edad deberías haber cumplido con algunas metas impuestas.

Entonces, muchas personas se cuestionan lo que han hecho hasta el momento presente en cuanto a estudios, dinero, estatus social, negocios, pertenencias, etcétera, porque para la sociedad en la que nos desarrollamos es más importante el progreso económico que otros logros intangibles.

Entonces, ahí andamos muchos ciegos a lo verdaderamente importante, hipnotizados siguiendo patrones impuestos por otros, cediendo a presiones sociales, y nos olvidamos de lo elemental:

¿Cómo nos sentimos emocionalmente?

Hacer un balance interior, más que de los logros exteriores, nos permite evaluarlo: Reconocer alegría y satisfacción, frustración o desánimo, entre otras emociones.

Muchas veces podemos encontrar sensaciones contradictorias, porque se pueden tener muchas bendiciones y, sin embargo, prestar más atención al hacer que al ser.

Pregúntate: ¿Cómo me siento con todo lo que poseo? ¿Para qué estoy viviendo esta experiencia en mi vida? ¿Qué es lo realmente importante para mí? ¿Vivo y hago lo que realmente quiero hacer? ¿Estoy más feliz que triste? Las respuestas a estas marcan el comienzo de algunos sutiles cambios en nuestro interior.

Quizás después de responder a las preguntas, siendo brutalmente sinceros, cambiaremos el foco de atención del hacer y tener, al ser nosotros.

Así comienzan a cobrar mayor importancia otras cosas como los sentimientos, las relaciones con los demás, la tranquilidad, la armonía interior, lo humano y espiritual que hay dentro de nosotros, el significado de la vida para nosotros y su propósito.

Para lograr resultados que nos ayuden en nuestro crecimiento personal, son necesarios esos balances, así como también la introspección, leer, investigar e incluso, la terapia.

Lo que piensas, atraes…

La vida es una ruta de aprendizaje, transformación y crecimiento.

Cuando indagamos en nuestro interior, hacemos trabajo personal y nos volvemos más conscientes; comprendemos que somos co-creadores de nuestra realidad con cada pensamiento entonces comenzamos a cuidar lo que pensamos.

No es una labor fácil porque hemos funcionando en automático, hemos vivido muchos años dejándonos llevar por dramas innecesarios, creencias limitantes, por las opiniones de los demás, limitaciones voluntarias e involuntarias, entre otras cosas.

Lo importante para hacernos conscientes de nuestros pensamientos es fracturar, romper el automatismo y convertirnos en observadores críticos y cuidadosos de ellos.

Si queremos hacer cambios en nuestra vida, el primer cambio es observarnos, aclarar qué queremos vivir y comenzar a dar pasos en ese sentido. Comenzar a ser coherentes en pensamiento, palabra, acción y sentir. 

Esto lo escribo convencida, es una verdad para mí, sin embargo, llevarlo al corazón, hacerlo parte de nuestra manera de actuar, integrarlo en nosotros y funcionar desde esa consciencia es un trabajo diario, cotidiano y que quizás no termine mientras estemos vivos.

Por: Emilcy Lucente

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