Shakira y Clara Chía. La moral y las buenas costumbres. Guardar los modos. Ser perfectas, correctas, impolutas, y más recientemente, no ser feministas. Así nos da línea la sociedad a las mujeres, porque seguimos siendo rehenes del “así se comporta una señorita”.
Y en el caso que hoy nos trae al análisis, ni Clara Chía ni Shakira han cumplido con estos estándares. La primera, por tener una relación con un hombre casado; la segunda, por exponer a la primera en la letra de una ardida canción.
¿Quién es peor? ¿Quién tiene menos clase? ¿Quién es más “pecadora”? Las preguntas dirigidas al actuar de ambas mujeres son las que importan en la opinión del colectivo, y oh sorpresa, de repente por fuera hemos dejado al verdadero villano de la historia: Gerard Piqué.
El caso de los famosos facilita dejar sobre la mesa el esquema prefabricado que mantiene en pie las estructuras sociales de antaño: el hombre siempre es el menos perjudicado porque nunca ha tenido una imagen qué cuidar.
Al menos no cuando se trata de relaciones entre hombres y mujeres, pues por alguna extraña razón, es más interesante ver el pleito entre ellas que el mal actuar de él.
Es más fácil darse cuenta de que hay niños de por medio cuando la madre reacciona, quizás muy mal, sí, ante una agresión que, dicho sea de paso, se la propinó un hombre, pero nadie, ni ella, lo recuerdan. Para todo el mundo, quien ha hecho peor es la otra mujer.
Siempre se trata de las mujeres. Siempre.
Cuando expresamos el dolor, somos las locas y tóxicas. Somos las erráticas, las sin clase, las que no se supieron comportar, las que no superan rápido porque ya es hora.
Si aceptamos tener una relación con alguien que ya tiene un compromiso, nosotras somos las zorras, las sin valores, las destruye hogares.
¿Y el hombre? ¿Por qué no llevamos al paredón a quien engañó a una con otra?
No es una afirmación inventada, solo hace falta entrar a cualquier red social y darse cuenta de a quiénes se les reprueba más el actuar, mientras la gente le aplaude al señor porque le regaló relojes Casio a sus compañeros y llegó a la Kings League en un Twingo.
Eso es gracioso, la canción es una locura y la otra, pues es eso… la otra.
De repente todos olvidaron quién inició el caos. El que se ríe del dolor de su ex y no respeta a la nueva pareja, porque es más divertido seguirle al tema para que todos continúen hablando de él.
La gente habla del feminismo, pero olvida su punto toral: la equidad de los sexos. También busca erradicar la violencia en contra de la mujer, y si a ver vamos, ambas mujeres dentro de esta historia fueron violentas.
No hay moral para pedirle a Shakira que no meta en el conflicto a Clara Chía, porque la joven de 22 años la vejó desde el momento en que decidió no pensar en ella para relacionarse con el marido.
Y es que, aunque no se justifica la violencia, es la reacción más lógica cuando en tu contra ejercen violencia.
Ninguna fue sorora ni feminista, eso nunca pudo existir desde un principio dadas las circunstancias, y en sí, no se trata de eso.
Se trata de recordarnos, sin cesar, que vivimos en un mundo donde las mujeres somos las que generamos drama, hacemos de todo un show, somos unas ridículas por exigir con marchas ser vistas sin el velo del prejuicio por lo que tenemos entre las piernas.
Todas somos víctimas del efecto Gerard Piqué.
Por: Melissa Pérez-Segnini