Segundas oportunidades | Hace unos 8 años llegué a tener una muy buena amiga del trabajo. Nos llevábamos súper bien, podíamos hablar de cualquier cosa y debo confesar que nos hacíamos comentarios muy pesados, pero esa era la dinámica.
Ser venezolana y vivir en México me jugó una mala pasada con el lenguaje. Muchas palabras que pudieras decir en mi país, en este son groseras u ofensivas, y viceversa.
Un día, de esas veces que bromeábamos por el WhatsApp, se me ocurrió la brillante idea de decirle “verdulera”, y aunque para mí esto no significaba nada, ella lo tomó tan mal que decidió eliminarme de todas partes.
Intenté llamarla muchas veces y nada, hasta que un día me cayó el 20. Duré un mes mal, triste, porque la consideraba muy buena amiga.
El camino hacia el perdón
A partir de allí comencé un tortuoso camino de diversas etapas: primero el rencor, la impotencia e incluso el odio.
Creía que merecía poder defenderme, explicar lo que había ocurrido para pasar la página, pero de golpe ella me cerró la puerta, decidió no verme nunca más.
Y cuando la persona no está dispuesta a ceder quizás no habrá solución, pero pensé: ¿por qué seguir dándonos golpes de pecho y sentir que somos la víctima? ¿Por qué preguntarnos “qué hice mal”, “por qué a mí” y no “para qué me ocurrió esto”?
Cuando cambiamos el enunciado, de repente entendemos la lección y damos ese paso hacia la sanación, que trae consigo la apertura a dar segundas oportunidades.
Recordamos que somos humanos y que todo lo complicamos, que cometemos muchos errores y que, así como nosotros, también es válido que otros los cometan, por lo que no deberíamos crucificarlos.
Tómate el tiempo que necesites y sé sincero contigo mismo durante el proceso.
Evolucionar y perdonar
Tu mente da un paso y tu madurez mil más cuando pasas del rencor al perdón, cuando superas esa barrera del pasado, de lo que un día te hizo daño o tu mente te hizo creer.
Evolucionar y madurar nos permite entender cada detalle y ver lo que el enojo en algún momento no nos permitió.
Respecto a mi experiencia, con mi amiga volvimos a conectar poco a poco, hablábamos y hasta un día fuimos a comer para ponernos al día; omitimos lo que había ocurrido.
Y fue una tarde muy agradable, me dio mucho gusto verla y saber que estaba bien; con esto pude cerrar un capítulo.
Aunque ya nada es como antes, seguimos en contacto, somos más cordiales la una con la otra y nos perdonamos.
Ambas aprendimos después de decidir solucionar las cosas y dejar de lado el rencor que llenó nuestro interior.
Es válido perdonarte, perdonar y evolucionar…
Por: Laura Segnini Estrada