Reflexión. Lo peor que puede contener este titular es que no solo sabemos que nos vamos a estrellar y aceleramos, sino que además lo hacemos casi a diario, con estilo y conciencia, no solo en el plano amoroso, sino también en el laboral, social y hasta personal.
Como una especie de acto masoquista estamos constantemente cayendo en situaciones que sabemos que no son las mejores ni las más adecuadas y aun así vamos en picada con tal de por lo menos sentir que nos movimos o hicimos algo.
Y aunque los resultados son siempre negativos, no tomamos conciencia de ello y seguimos repitiendo el patrón. Con esto solo conseguimos herirnos y convertirnos por decisión en las víctimas de las constantes desgracias que pueden sucedernos en todos los escenarios, pero más comúnmente en el plano amoroso. Esto es motivo de reflexión, ya te lo voy a explicar…
Aquí es donde notamos con más facilidad las fallas, pues es en el ámbito en el que siempre somos más susceptibles. El problema es reincidir, porque mientras no encontremos a quien no nos dejará caer, seguiremos lanzándonos en ese barranco. ¿Pero es la respuesta seguir cayendo hasta hallar el preciado tesoro?
Realmente lo que debemos hacer es creer más en nosotros mismos, amarnos desmedidamente hasta que la prioridad no sea otro, sino nuestra esencia, porque es la que nos ayudará poco a poco a afinar los frenos y a evitar más errores o el incremento de velocidades hacia la desgracia. Volver a nuestro centro.
Amarse a sí mismos no es tan complicado, doblegarse ante otros que no comparten nuestros mismos sentimientos sí, e incluso suele ser más vergonzoso porque ponemos en evidencia nuestras debilidades con las que los “enemigos” nos destruyen.
No seamos más protagonistas de eventos que no corresponden con lo que verdaderamente deseamos. Esto se logra con más autoconocimiento y el descubrir qué es lo que realmente nos apasiona e impulsa a querer a otros. De esto hay que hacer siempre una reflexión, porque es lo que nos permitirá aprender.
No seamos más señalados como unos débiles, seamos más conocedores de nuestro camino y que el pasado de lo que ya irremediablemente vivimos sea solo un recuerdo divertido de la inmadurez.
Hay quienes se ríen de su propia desgracia, pero hay otros que sufren, por eso esto debemos tomarlo muy en serio con la finalidad de ser más fuertes, más estables, más conscientes y sobre todo más amorosos con nosotros mismos. Está bien acelerar, pero solo para recibir el afecto de quienes en realidad nos aman con todo y nuestros defectos.
Por: Gabriela Trujillo Prado
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